Blogia
lirva_atrebor

ÉRASE UNA VEZ UNA CIUDAD...

Antes caminada desolada por cada rincón de la ciudad.

Érase una vez una ciudad donde las sombras habitaban cada espacio de mi visión, era un fango en el cual me atrevía a pisar; todas las noches miraba por una gran ventana y veía las luces de la ciudad cada vez más lejos, no era mía, no podía ser mía. En aquella ciudad no se dormía nunca, las noches eran de una intensa actividad suicida y alucinante. El sexo no era un alivio, el alcohol me mantenía inapetente, la droga me hacía reír y toda la gente se dibujaba con tenues colores de angustia y depresión. En aquella ciudad – la que me albergó – los niños gritaban todo el tiempo, las madres sangraban desesperadas por las calles, los viejos dormían largas siestas; mi madre, mi madre me buscaba. Odracir, el regente de la ciudad, no dejaba que nadie saliera en los días de calor, la habitación se convertía en un infierno; vivía con una pequeña gata que todas las noches mordía mis pies en el momento que yo intentaba dormir. Por alguna extraña razón olvidé o desapareció mi ropa de invierno, era sumamente doloroso salir a comprar leche y pan en las noches más heladas.

A veces la comida era escasa y distraía mi hambre imaginando a mi madre bailar suavemente por la cocina de mi antigua casa. Eventualmente fui perdiendo mis zapatos y casi toda mi ropa, puede conservar un pequeño espejo en forma de ventanita, pues lo escondí detrás de un librero. En los días de inspección, el regente era cruel y nos arrebataba nuestras pertenencias más valiosas, una vez le robo a una vecina su voluntad, al niño del número 16 le robo su imaginación, al anciano de enfrente le arrebato su memoria, a mí me robó mis sensaciones.

Perdí los mejores recuerdos durmiendo bajo la lluvia, bajo cada gota de nervios que despedía en cada lágrima. Se fue la niña de ilusiones y sonrisas sinceras, se fue la tímida sensación de volverlo a intentar. En aquella ciudad se quedó mi piel. Cuando eran días de poder salir a caminar, siempre había charcos, el concreto siempre estaba muy mojado. Las gotas eran de cristal, de puntas de cristal. Yo trataba de esquivar algunos roces de aquel chaparrón, pero siempre volvía muy tarde a casa, a lavar muchas heridas. Recuerdo que alguna vez un pequeño rayo de sol de coló por la ventana, anunciando que quizá era el momento de poder abrir todas las puestas para sentir el calor que nos otorgaba, en un parpadeo se nubló y comenzó nuevamente la tormenta.

Las cicatrices que dejaron aquellos días, deformaron mi cuerpo, lo marcaron de tal manera que la gente de este nuevo pueblo no tolera verme. Ahora cuando vuelvo a casa y miro a la ventana, las nubes y el azul del cielo me dicen que hay heridas que son para toda la vida. Todavía cada noche, antes de acostarme acaricio levemente la herida que se encuentra más próxima a mi corazón (es la más grande y deformada) le sonrío y le canto una canción.

Érase una vez una ciudad donde cada día las danzas no eran felices y el peso mortuorio me mantenía despierta todo el tiempo, donde las mañanas no hacían ninguna diferencia y cuando reviso las fotografías de aquel lugar, mi boca dibuja una sonrisa que no es la misma de ahora, que nunca será la misma.

Lirva

4 comentarios

Molke -

eh sister! ..erase una vez una pekeña penny ke....eh ya te di la idea ahora arma la biografia aajaajaj..sorry ando medio atarantada, pero pus ire a la finalidad del post, pus t kedo bien chido el cuento, (eso es?), nombre pus t felicito, si k tienes talentillo eh...jajaja..
cuidate

te kiero cuatita!//

**kiss**

Bana -

Nada se obtiene si no pides nada a cambio ne? No worry, con helado de vainilla y con un ángel esparcido en tu corazón, la ciudad se atrasa y jamás te alcanzará...ya no más.

mentally insane -

algunos tenemos muchas cicatrices... despues de eso nada puede ser igual.

Saludos afectuosos.

René López -

Tengo una casita con vista al mar. Hace buen clima la mayor parte del tiempo y a veces se escuchan las gaviotas. Te puedes pasar por aquí todo el tiempo que quieras.

*besos*